martes, 30 de agosto de 2011

Una tarde en la playa.


Con paso cauteloso me acecaba a la orilla del mar, las rocas se enterraban en mis zapatos, mientras mi curiosidad por tocar el agua helada aumentaba. Varias rocas se amontonaban en la playa, desgastadas por el paso del tiempo y de las muchas personas que se han posado sobre ellas, en medio de la playa una enorme roca  resaltaba de las de mas, arrogante observaba el agua que con una tranquilidad imperturbable se abria paso hacia la orilla en forma de pequeñas olas. Mas alla de la playa un puñado de arboles parecían luchar entre si por abrirse paso hacia el recién llegado cielo primaveral, el olor a mar me envolvia de pies a cabeza, esa mezcla de sal con arena y algas llenaba todo a mi alrededor, una corriente de viento frio me golpeaba la cara y se hacia mas aguda conforme caminaba por la playa. Aquel paisaje inundaba mis ojos mientras me abria paso entre las duras rocas hacia el mar.